lunes, 16 de junio de 2014

Homenaje al antifútbol. Iran 0 Nigeria 0


Una convención de Química, una tarde de estudio en la biblioteca, una película de cine mudo, contar los puntitos de gotelé de una pared, una tarde de domingo, un Irán-Nigeria con empate a cero... Hay momentos y situaciones en la vida que cuesta digerir y superar, pero que, finalmente, acaban pasando. Que muriese el duelo entre asiáticos y africanos fue la mejor noticia de un partido que por momentos amenazó con hacerse eterno.
Nadie podrá reclamar el precio del tique o el tiempo invertido delante de la caja tonta. El partido no defraudó e Irán y Nigeria ofrecieron lo que se esperaba, protagonizando un sentido tributo al aburrimiento, al antifútbol. Poco que reprochar a una Irán débil que va avanzando pasito a pasito, como la hormiguita; sin pausa pero sin prisa, que cantaría Rosana. Bastante que achacar, por contrario, a una Nigeria que saltó al césped con un reparto nada despreciable en ataque: Onazi, Azeez, Musa, Mikel, Moses y Emenike. Fue este último el que tuvo la primera del partido, en una doble oportunidad en la que Onazi también estuvo negado.
Musa estuvo a punto de sorprender con una falta traviesa en el 31', pero Haghighi anduvo atento. Tres minutos después, Reza quiso hacer el primero de cabeza, pero Eneyeama demostró que es de lo 'mejorcito' de su selección. La primera mitad acabó sin cambios en el marcador, por mucho que el árbitro añadiera dos minutos innecesarios e intrascendentes. Acaso fue un castigo, una prórroga para que ambos combinados se concienciaran del partido que estaban perpetrando.
Un partido hacia la eternidad
Quien no tuviera un cronómetro en la mano, podría haber jurado y perjurado que la segunda mitad duró más de 45 -más dos de tiempo extra- minutos, que el partido seguía una senda imaginaria hacia la eternidad. Nigeria reafirmó la sensación de la primera mitad: su centro del campo había salido a comprar tabaco antes del partido. Irán siguió con su encomiable esfuerzo, con un trabajo defensivo notable. Reza aportaba un poco de picante en ataque: pelea, un par de controles buenos de espaldas, un tiro con mala intención en el 50'...

El partido pudo tener efecto nana en aquéllos que no hubieran hecho botellón de café en la previa del partido. Cada minuto que pasaba era menos propenso a regalar una combinación de más de tres pases que el anterior. Los más despiertos del lugar destacarán un tiro en el 76' de Onazi, desde tres cuartos de campo, raso, manso, tranquilo, inofensivo, amable, casi cariñoso... y que fue al centro de la portería, donde Haghighi lo recibió con gratitud. Hubo un recital de centros laterales y frontales que nunca encontraron rematador, todos por parte de Nigeria. Ameobi se aproximó al gol en dos jugadas seguidas, pero en una no llegó al balón y en otra no logró inquietar en exceso al portero rival.
El caso es que el partido acabó, que Irán se alegró por sumar un punto en un Mundial, algo meritorio de acuerdo con su historia, y que Nigeria, aburriéndose a sí misma, debió de caer en la cuenta de la oportunidad que dejaba escapar de empezar con paso firme en un grupo en el que Bosnia había exhibido un día antes su ilusionante candidatura a la segunda plaza de grupo ante la líder Argentina.

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